Migr´Art Territorios y desplazamientos.

 

Móvil de Regina José Galindo

por Caroline Perrée

 

Regina José Galindo (1974) es una performista, que vive y trabaja en Guatemala. Desde 1999 hace de su cuerpo instrumento de experimentación y visibilización de la violencia colectiva, mediante acciones públicas, recurriendo a la escritura poética. A través de operaciones quirúrgicas, rituales de afeitado y de incisión, experimenta el dolor para representar el destino trágico de las mujeres de Guatemala y de otros lugares, éste va desde la virginidad simulada hasta la violación y el asesinato. La desnudez de la artista pretende exponer la violencia que se quiere ocultar. Mediante un solo cuerpo, el suyo, representa en carne propia lo que es ignorado pero que le ocurre a miles de otros cuerpos. Así, la incisión de la palabra “perra” sobre su muslo recuerda los mensajes que escriben los Maras Salvatruchas sobre sus víctimas femeninas. Si sus acciones de body art recuerdan a las de Ana Mendieta y de Marina Abramovic, las de Galindo tienen por objetivo poner al descubierto la violencia colectiva. Jugando con la exposición de la obra en la práctica artística, y que es en este caso su propio cuerpo, obliga al espectador a mirar la violencia que no quiere ver. Es por eso que, sus acciones a menudo se llevan a cabo en el espacio público. Con ¿Quién puede borrar las huellas? (2003) denuncia el terrorismo de Estado a través de una caminata por la ciudad de Guatemala, entre la Corte de Constitucionalidad hasta el Palacio Nacional, en la cual va regando sangre a su paso.

 

A partir de 2006, adopta una actitud más pasiva, obligando al público esta vez a intervenir si quiere liberarla. Al mismo tiempo, se interesa en la violación de los derechos humanos, como en el caso de la desforestación de los territorios robados a los indígenas Mapuches y en la situación de los migrantes. En este contexto realiza Móvil (2010) donde la artista se encierra en un ataúd de metal, que sirve para repatriar por avión los cuerpos de los migrantes que murieron en Estados Unidos. El ataúd está colocado en medio de los espectadores, a quienes se invita a moverlo, y así a actuar. La artista los constriñe a pasar del papel de observador al de actor, implicándolos en la acción para transmitirles energía a través de este contacto. El texto que acompaña el performance es revelador de los intercambios entre Estados Unidos y los países que domina: “Las drogas van al norte. Las armas van al sur. Los cuerpos vivos van al norte, vienen muertos al sur”. El ataúd es una metáfora de los intercambios mortíferos Norte-Sur, ya que sólo circulan cadáveres y armas: las que los Estados Unidos venden en los países de Centroamérica para sembrar la violencia y justificar su intervención, mientras que los intercambios Sur-Norte consisten en fuerzas vivas, que van a trabajar, y drogas que alimentan la violencia de uno y otro lado de la frontera.