Wa sonkwa

El Ojo negro

De la historia de Claudine Chamoreau

Mi abuelo sabía muchas cosas. Hablaba con todos los espíritus.
Un día, una niña se enfermó. Iba a morir, se la iban a llevar los espíritus malos.
Como nosotros le decimos, era el Ojo negro.
Ya habían pasado como tres o cuatro meses. Los espíritus malos estaban detrás, lo sabía mi abuelo.
Siguió pasando el tiempo, mi abuelo dijo: “Tendremos que actuar. Hagan sasales pequeños”. Entonces, lo primero que hicieron fue la preparación para la ceremonia.
Solamente mi abuelo sabía decir las oraciones. Mi abuelo curó a la niña porque los espíritus malos se la iban a llevar.
Fue como si los espíritus malos sacaran a la niña por el techo de la casa cuando mi abuelo se levantó a media noche para ver a la niña.
Lo que la niña le dijo al abuelo fue “Me estaba llevando un caballo negro. Estaba montado por un hombre negro, me llevó.
Me amarraron un pie a una mata de guineos y querían llevarme lejos”. Entonces, irrumpió mi abuelo y habló: “Usted, solamente está durmiendo, es un animal el que está amarrado. Levántense y camine”.
Cuando el abuelo salió, escuchó como un tropel de animales que se perdía. Cuando fue a ver en la mañana, vio como las huellas de una vaca que había pasado. Son los que atrapan los espíritus de las personas.
Nuestras abuelas hicieron munia, chicha, cacao, sasal, chilero y caracoles en chile para realizar la ceremonia. Mi abuelo era el orador. ¿Cómo hacían la ceremonia pesh? Los hombres iban y venían para recoger caracolillos e iban a cazar armadillos. En el momento de la ceremonia, las mujeres echaban chile a la carne y la cocinaban.
Pintaban la cara de las mujeres con achiote. A los varones, los marcaban con el tizne del carbón. Hacían una canoa grande de guano, allí batían cuatro envoltorios de masa para hacer la munia, la tapaban, se fermentaba y luego la tomaban en la ceremonia.
A la media noche, nadie tocaba a la enferma, nadie salía porque afuera andaba el Ojo negro, el que atrapa el espíritu de las personas. Mi abuelo hablaba sólo en pesh para que los espíritus lo escucharan. Mi abuelo oraba por toda la comida y bebida y también les hablaba a los espíritus diabólicos.
Curó a la niña. Este cuento termina así.

Éditrice :
Claudine CHAMOREAU

Dessinatrice :
Françoise COUISSIN

Responsable éditorial :
Martín DEL CASTILLO

Voix pesh :
Juana HERNANDEZ TORRES

Voix anglais :
Adam WEBBER

Voix français :
Fréderic DECOSSE

Voix espagnol :
Mauricio VALLARTA

Coordinateur numérique:
Bernard TALLET

Web-designer / Développeur:
Pierre GAILLARD

Animation :
Marie-Alix AYRAULT

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©Mexico, 2019 - ISBN 978-2-11-155556-3